domingo, 23 de noviembre de 2008

Lo que tiene uno que penar...


Para decorar la mesa de mi habitación, hace cuatro años me compré un dragón de resina en una feria cutronguísima. Era rojo, con una cresta en el lomo azul y una calavera sobre la garra derecha y las alas extendidas. Lo coloqué en el escritorio, contra la pared, justo enfrente de mí y debajo del corcho colgado en la pared. Estaba muy orgulloso. Un día se me ocurrió colgar en el corcho un llavero en forma de yunque (a escala, naturalmente). Cuál fue mi suerte cuando el corcho se ladeó y el yunque cayó contra la mesa haciendo un piquete en la madera y llevándose por delante una de las alas de la figura del dragón. Me acaricié la barbilla, frucí el ceño y me cagué en voz baja en todo lo que se menea. Traté de encajársela sin pegarla pero se caía continuamente. Ese sábado se lo comenté a mi padre, el cual se fue camino del sótano y regresó con un tubo de un pegamento misterioso llamado Araldit. Extendió un poco en el borde del ala y esperamos unos minutos hasta que se secara. Cuando al tocarlo no se pegaba al dedo, le encajó la parte rota y me dijo que la sujetara así cinco minutos. Así lo hice. Al separar las manos me sorprendí de que no se caía y así ha contimuado hasta hoy.
Resulta que el pegamento se ha secado mucho y el ala se ha despegado. Pero con un remedio auténticamente español lo he solucionado: he cogido una cerilla (no tengo palillos mondadientes) y la he encajado en el interior, hueco, de la figura. He encajado el ala en el fragmento que sobresalía de la cerilla y solucionado el problema. Lo he mirado de lejos y he pensado: "No está mal. Si no te fijas mucho no se nota. Y si lo ves en penumbra, sin saber lo que le ha ocurrido..."
Pero, ¿de verdad merece la pena todo esto por una figura de resina cutre que tiene cuatro años y me costó dos euros? No lo sé.

7 comentarios:

Ego... dijo...

Es curioso el cariño que le tomas a la cosa más simple. En cuanto a si es necesario, no sé. A veces por aburrimiento, a veces por empecinamiento, a veces porque nos hace feliz, os empeñamos en conservar algo. Somos así.
Saludos.

Ivy dijo...

No sé si será necesario, pero como dice Ego uno tiende a apegarse a cosas q poca gente creería...

yo si me pasa eso intento arreglarlo, y si no puedo lo termino guardando!!!

AliciA dijo...

Tu figurita es tuya, y punto. Está bien que la quieras conservar, no importa cuanto te haya costado... De hecho, da gracias, en estas circunstancias, de que no te hayas gastado 200 euros, se habría roto igual y te habría jodido 100 veces más!! jajaja!

Nepomuck dijo...

Creo que es porque quería demostrar que yo los tengo más gordos que todo lo que me pueda pasar,y así demostrar que ningún mal dura cien años.

koku dijo...

Si, puede que sea aprecio por el objeto, o por cabezoneria.... Yo hubiese desistido!

saludos!

leo dijo...

bueno creo que te has tomado mucha molestia para arreglarlo no?? supongo que tiene que merecer la pena...aunque yo creo que es porque estas acostumbrado a verlo con el ala bien, y claro esos pequeños cambios como que alteran el ambiente de tu cuarto ..en fin que ahora pues supongo que te sentiras bien teniendo el dragón arreglado y encima has sacado el ingeniooo para ello, ahora te sentiras tranquilo (por tenerlo arreglado) y orguñoso ( por haberlo arreglado tú) jajajaja

las cosas siempre merecen la pena¡¡¡¡

un beso,
leo

adramelek dijo...

Si es una de nuestras perversiones humanas, apegarnos a las cosas es natural.Un saludo.